
El manifiesto edupunk es el resultado de un trabajo colaborativo entre el Taller de Procesamiento de Datos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Seminario de Integración y Producción de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que pretende ayudar a pensar de forma disruptiva la educación. Hay una consideración positiva que realizar en relación al término punk, porque nos abre un horizonte de sentido que nos obliga a ponernos en movimiento, no es sólo un nombre más. La alusión el movimiento contracultural de la década del `70, impone una interpretación de la acción colectiva de las y los educadores que no quiere (ni puede) pasar desapercibida. Igual que sucedía con quienes se identificaban así hasta no hace tanto tiempo. ¿Y por qué es posible establecer una continuidad simbólica entre ambos? María Acaso, en su obra Reduvolution, nos ofrece una respuesta: “definir nuestra forma de trabajar como edupunk no quiere decir que llevemos ropa de cuero negro con tachas y el pelo teñido de colores, quiere decir que nos adentramos en la incertidumbre de una metodología sin certezas, que renegamos del poder absoluto en el aula y que estamos convencidos de que el conocimiento se genera en red. Ser un docente edupunk significa que estamos buscando alternativas”.
La definición de la autora podría interpretarse como insuficiente, ¿o acaso la mayoría de las y los docentes no están intentando lo mismo? Sin embargo, si nos adentramos en el manifiesto que han elaborado, podremos comprender que hay un posicionamiento teórico/práctico que dista mucho de las estrategias que se suelen ensayar en el aula: “1. Las clases son conversaciones. 2. La relación es dinámica y la dinámica se relaciona. 3. Sea hipertextual y multilineal, heterogéneo y heterodoxo.
4. Edupunk no es lo que pasa en el aula, es el mundo en el aula. 5. Sea como el caminante… haga camino al andar. 6. Sea mediador y no medidor del conocimiento. 7. Rómpase la cabeza para crear roles en su comisión, cuando los cree, rómpales la cabeza. 8. Los roles deben ser emergentes, polivalentes, invisibles. 9. Asuma el cambio, es solo una cuestión de actitud. 10. Siéntase parte del trabajo colectivo. 11. No sea una TV, interpele realmente a los que lo rodean. 12. Expanda su mensaje, haga estallar las cuatro paredes que lo rodean. 13. Mezcle, cópiese, aprópiese, curiosee, juegue, transfórmese, haga, derrape. 14. Al carajo con la oposición real/virtual. 15. Sin colaboración, la educación es una ficción. 16. Sea un actor en su entorno, investigue a través de la acción. 17. Hágalo usted mismo, pero también y esencialmente, hágalo con otros. 18. Sea edupunk, destruya estas reglas, cree las suyas y luego, destrúyalas”.
Es notable cómo el manifiesto va cobrando intensidad y de una afirmación casi cotidiana (las clases son conversaciones), arriba a exhortaciones que subvierten toda rutina escolar. Hace falta mucho coraje para adoptar esas medidas, porque supone salirse de sí mismo, exponerse, reconstruirse y una vez logrado el objetivo grupal, destruirse y volver a comenzar. No es una metodología, es una decisión de vida.
Luis Sujatovich, Prof. y Dr. en Comunicación Social