ES NECESARIO PASAR DE LAS ELUCUBRACIONES A LAS INVESTIGACIONES – Luis Sujatovich

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¿Cuántos informes de investigación formaron parte de los materiales bibliográficos estudiados durante una carrera docente promedio? Muy probablemente sean menos que los textos teóricos. Basta revisar cualquier programa para advertir que la diferencia es enorme, incluso en algunos profesorados se excluye de forma total cualquier referencia a la investigación. Y en más de una formación de grado no hay ni siquiera una asignatura dedicada a la metodología.  No deja de resultar paradójico que se insista tanto en que los procesos de enseñanza y aprendizaje deben ser abordados de forma específica, en tanto que están situados y compartidos por un grupo particular, poniendo de relieve las cualidades específicas (e irrepetibles) del hecho educativo. Por lo tanto, se insiste en la importancia del contexto a partir de formulaciones teóricas descontextualizadas. Y en muchas ocasiones, con notables atrasos epocales. No se propone, de ninguna forma, la eliminación de los clásicos del campo pedagógico, ni tampoco suponer que la formación docente se convierta en un espacio de pura investigación. Sin embargo, la magnitud de los cambios tecnológicos y culturales a los que – impávidos – estamos asistiendo, nos obliga a reflexionar acerca de las herramientas procedimentales que precisa un docente para desarrollar una propuesta significativa, actualizada y dinámica para sus estudiantes. De alguna forma, es momento de pasar de las elucubraciones a las investigaciones. Eso supone que sin descuidar los marcos interpretativos, (que tanto enriquecen si están orientados a proveer de conceptos y no de convencer sobre cuáles son los mejores según la subjetividad de la institución) se pueda avanzar hacia una recuperación sistemática de los insumos académicos que  sin cesar se generan en diversas universidades e institutos de cada región. La lectura analítica de los resultados de una investigación en la misma localidad y con una distancia de unos pocos años puede ofrecer a los estudiantes (y también a los docentes) una valiosa ocasión para aproximarse desde otra perspectiva a los asuntos educativos que los implican. No es difícil coincidir en que una indagación sobre una misma región, aunque sea en otra escuela, puede aportar tanto como la revisión de un texto tradicional. No se trata sólo de buscar las conclusiones a las que arribó el equipo en su informe, sino también en detenerse en sus planteamientos iniciales, sus hipótesis, su proceso y también en la bibliografía consultada, por supuesto. También serviría, si es pertinente, para intentar una pequeña réplica en el curso, y de esa forma a la vez que indagan sobre los desafíos contemporáneos de la producción de conocimiento en su territorio, pueden diseñar una experiencia propia. ¿O acaso la docencia no necesita de muchas competencias de la investigación social? Las formulaciones teóricas son necesarias, pero no siempre son valiosas. Una persona que produce teoría para que lleva años sin entrar a un aula tiene una carencia que no podrá evitar transmitir a sus textos. En consecuencia, a la vez que deberíamos solicitarles a quienes teorizan que vuelvan a la docencia, también es indispensable que prestemos atención a quienes investigan. Una buena investigación vale más que una teoría.

Luis Sujatovich, Prof. y Dr. en Comunicación Social

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