PARA INNOVAR NO HACE FALTA TECNOLOGÍA – Luis Sujatovich

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Para innovar no hace falta tecnología. A pesar de que el concepto pareciera estar absolutamente ligado a los dispositivos y aplicaciones digitales. Sin embargo, es preciso destacar que su incorporación– aún los más complejos – no garantizan ninguna modificación sustancial. Se puede dar la misma clase, pero en diferentes pantallas. En tanto no se aborde los principios pedagógicos-didácticos de los procesos de enseñanza y aprendizaje, los cambios serán de forma, pero no de fondo. Acaso el mejor ejemplo (o el más reciente) sean las conferencias por Zoom: se trasladaban a la visualidad las mismas prácticas de los encuentros presenciales. La innovación es  un principio rector de las acciones de un sujeto, un grupo o una institución, no un artefacto.

Es importante subrayar la disparidad existente entre las tecnologías digitales y la innovación pedagógica, sólo pueden alinearse a partir de una planificación con dosis importantes de reflexión y autocrítica por parte del docente. Al respecto,  Cesar Coll, catedrático español, propone la siguiente consideración: “los profesores tienden a hacer usos de las TIC que son coherentes con sus pensamientos pedagógicos y su visión de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Así, los profesores con una visión más transmisiva o tradicional de la enseñanza y del aprendizaje tienden a utilizar las TIC para reforzar sus estrategias de presentación y transmisión de los contenidos, mientras que los que tienen una visión más activa o «constructivista» tienden a utilizarlas para promover las actividades de exploración o indagación de los alumnos, el trabajo autónomo y el trabajo colaborativo”. La continuidad tensiona cualquier interpretación optimista que se centre en los equipos. 

Innovar en educación exige imaginación, valentía, compromiso y un profundo sentido de la construcción grupal. Imaginación para resolver de forma original las telarañas que la costumbre nos teje, diariamente en las pupilas, como alguna vez escribió el poeta Oliverio Girondo. Valentía para asumir los riesgos y las responsabilidades, porque si algo no sale bien, siempre se busca a algún culpable. Compromiso para sostener las transformaciones implementadas a pesar de las resistencias que se ocasionarán, porque todos queremos un cambio pero casi nadie está a dispuesto a esforzarse para lograrlo, principalmente si supone una exigencia mayor sin una recompensa inmediata, o un mejor ingreso. Y un profundo sentido colectivo, para no circunscribir a una figura el desarrollo de la innovación. Se espera que tamaño proceso no tenga la fuerza de una persona, sino más bien que reciba el impulso de un grupo que posea aspiraciones semejantes. Sólo así podrá considerarse sustentable.

La pertinencia también es un componente fundamental de la innovación, ya que no hay una forma única de realizarla, sino que debe ajustarse a las necesidades de los actores involucrados, su contexto y, por supuesto, sus posibilidades. Innovar no es arriesgarse a dar un salto al vacío, sino intentar no quedarse quieto.  

La verdadera innovación debería dejarnos afuera en el futuro: sólo así estaríamos haciendo bien nuestra parte.

Luis Sujatovich, Prof. y Dr. en Comunicación Social

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