Una educación con perspectiva de género e infancia – Francisco Ghiglino

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Al comenzar a escribir, se abrieron en mí muchos interrogantes, en tanto desde dónde partir, para ir buscando respuestas que puedan mejorar las prácticas educativas.

Tomar nuestras leyes y las garantías que contemplan la normativa en términos de accesibilidad a derechos, es habilitar un empoderamiento que en todos los niveles educativos debería priorizarse. Si a ello le sumamos un hacer lúdico que dinamice la comprensión de las dimensiones que abarcan los derechos; si desde lo pedagógico nos proponemos construir y cocrear con el estudiantado¸ apelando al uso de un lenguaje claro en el territorio áulico, sin dudas estaremos fortaleciendo las nuevas ciudadanías.

Mi tarea como miembro de diversos colectivos de derechos humanos con foco en niñez y adolescencia, me permite estar en contacto con ese universo poblacional a lo largo y ancho del país.

Resulta ser que las demandas más escuchadas son la escasa o casi nula implementación de la ESI, de espacios de debate para repensarse en conjunto, de jornadas de convivencia y resolución de conflictos que atraviesan el aula, las incidencias del adentro de la institución educativa y el afuera como territorio ampliado, el aprovechamiento de los recreos y el tiempo libre, el patio abierto, la constitución de los Centros de Estudiantes, y por encima de todo la escucha activa y empática de sus voces y las de las familias, entre tantos otros atravesamientos como el cyber acoso, y el acoso escolar, las miradas sesgadas de las diversidades, de las adolescencias con embarazos no deseados, las relaciones tóxicas, el voto adolescente, del tratamiento y acompañamiento en casos de ASI, la patologización de las infancias y las discapacidades, la ideación o consumación del suicidio adolescente, o de las problemáticas de consumo heredadas de los mayores, entre otras tantas de sus manifestaciones espontáneas, que escuchamos a diario en nuestros espacios de encuentro. Todo ello, muchas veces se calla, fuera de nuestro encuentros.

La pregunta entonces que se nos abre es: ¿Hasta dónde? ¿De qué manera escuchamos? Si lo hacemos desde una concepción adulto céntrica o como llamamos nosotros desde una escucha egopática, que claramente no tiene la capacidad de comprender las otredades como parte constitutiva de una resultante alejada del binarismo, y que por ende pueda alojar la comprensión de las diferencias, los grises y matices de esas relaciones vinculares que se dan espontáneamente en el aula.

Gradualmente vamos tejiendo el vínculo entre educación y salud, entre las perspectivas de género e infancias, en busca de un nuevo contrato educativo que recomponga el lazo social roto en términos sociales, barriales o comunitarios, familiares, y culturales, que puedan dar un marco vincular de apegos y ternuras, de respeto a lo distinto, de espacios de nuevos orígenes en el propio sistema educativo.

Hoy más que nunca, en un panorama de fragmentación social como al que asistimos, hay que poner nuevas herramientas en las cartucheras, sacar las cargas que tenemos en las mochilas y repensar los deberes y todo ello, lo tenemos que hacer con ellas y ellos adentro.

Dr. Francisco Javier Ghiglino. Presidente Asociación Amanecer grupo Casa-Taller

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