LOS MODELOS DE APRENDIZAJE: TEORIZAR NO ES LO MISMO QUE IMPLEMENTAR – Luis Sujatovich

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Los modelos de aprendizaje estipulan la creación por parte de docente de diferentes estrategias para que los estudiantes puedan aprender según sus cualidades cognitivas. Esta formulación cuenta con la ventaja de incentivar la construcción de propuestas dinámicas, novedosas y pluralistas. Se trata, por lo tanto, de un avance significativo para propender a una educación que pueda ser inclusiva en términos pedagógicos y didácticos, sin que ello dependa del voluntarismo docente.

En términos conceptuales, es sencillo acordar con una renovación en las formas de abordar los procesos formativos. Sin embrago, si nos instalamos en las condiciones concretas en las que se desarrolla la actividad cotidiana, surgen dos interrogantes al respecto: ¿Quién sería el responsable de advertir cuál es el modelo de cada alumno? ¿El docente cuenta con tiempo y posibilidades para reconocer cada modelo y adaptar su propuesta según las demandas?

Al primer interrogante deberíamos agregarle si existe información entre los estudiantes y sus familias que les permitan avanzar en el reconocimiento de esas características. También se debería implementar una evaluación cada tres o cuatro años, considerando que el crecimiento de una persona también impacta en su forma de aprender. Pero ¿se podría realizar tamaña recolección de información en todas las instituciones? ¿Cuánto tiempo, esfuerzo y dinero demandaría? ¿Las familias acompañarían el esfuerzo? ¿Y los estudiantes?

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En cuanto a las exigencias al docente, parecería poco conveniente sumar una nueva responsabilidad en el contexto actual. Quizás en un futuro menos complicado, se podrán diseñar algunas jornadas de discusión acerca de la temática que permita además llegar a acuerdos con el resto de la comunidad implicada, dado que si se deben generar nuevas formas de presentación de temas que sean accesibles a las diferentes formas existentes en un grupo (hay discrepancias  respecto a la cantidad: hay quienes sostienen  que hay tres, cinco e incluso nueve modelos), será necesario extender la jornada lectiva o disminuir los programas o quitar asignaturas. Porque de alguna forma se tendrá que obtener tiempo para que el docente explique, acompañe y evalúe a cada persona según sus posibilidades. ¿O se supone que se podrá hacer sin ninguna modificación?

Las nuevas tendencias en la educación configuran un territorio en el que se confunden optimistas, ideólogos que no han pisado un aula desde hace décadas y profetas con apoyos empresariales muy lucrativos. Eso no quiere decir que nada debe modificarse, porque tampoco resulta de utilidad para nadie. La cuestión estriba entonces en permitir que se generen investigaciones que tengan por objeto  las escuelas que conocemos, que las experiencias en territorio comiencen a indicar su pertinencia, que las urgencias que atiende la escuela les de tregua a los docentes. Es necesario recalcar que aún en el mejor de los escenarios, no se resolverían todos los problemas de aprendizaje por el reconocimiento de los diferentes modelos.  No está de más recordarlo, para no apresurarse en su implementación y también para evitar las frustraciones que suelen desencadenarse. Es que formular teorías sobre la educación es más sencillo que intervenir con acierto en las políticas educativas.

Luis Sujatovich, Prof. y Dr. en Comunicación Social

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