TRABAJO EN EQUIPO: ROMPIENDO CON EL «CADA MAESTRO CON SU LIBRITO»

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Hace poco tiempo, luego de 4 o 5 años en la docencia, comprendí la importancia de formar redes y trabajar en equipos docentes. Primero, tuve que aprender a eliminar la sospecha y los prejuicios ante mis compañeros y compañeras. Luego, cuestionar mi propia práctica, ceder y negociar entre mis propuestas y la de otros y otras. Entendí que el trabajo colaborativo es una herramienta que potencia nuestras propias prácticas.

En este siglo, la profesionalización del rol docente ocupa un lugar importante en el campo educativo mundial. La docencia dejó de ser un trabajo solitario y aislado en la cual, cada maestro con su librito, se utilizaban métodos basados en las creencias individuales sobre qué es y cómo enseñar. Hoy los y las docentes conocemos y utilizamos teorías, estrategias y metodologías sistematizadas y vinculadas con las prácticas y experiencias propias de una ciencia. Los y las docentes no solo son profesionales de la enseñanza, sino también pedagogos, pedagogas y trabajadores de la cultura.

Esta sistematización del trabajo docente permitió que la formación de redes y el trabajo interdisciplinario nutriera las teorías socioeducativas. Y en este sentido, el desarrollo de proyectos integrados y significativos para nuestros alumnos y alumnas, se conforman desde el trabajo en equipo. Con el trabajo en equipo optimizamos el tiempo y nos sentimos más acompañados y acompañadas. No solo en el aspecto pedagógico sino también social y profesional, al escucharnos y aconsejarnos ante las dificultades. Además de los niños y las niñas, nosotros y nosotras mismos/as aprendemos de y con nuestros pares. Pudimos movernos del lugar competitivo e individualista que nos impone el sistema mundial actual, para priorizar la cooperación y la alianza profesional.

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Por otro lado, creo fundamental la guía y el acompañamiento de los equipos directivos de cada escuela. La mirada general del equipo directivo hacia la escuela, tanto de los recursos como de los actores de la comunidad educativa, es importante para poder generar las condiciones necesarias que permitan que la educación se sostenga.

La pandemia nos corrió hacia la educación no presencial e impulsó el uso de las redes sociales aplicadas al trabajo. En este punto, los grupos de whatsapp, por ejemplo, permitieron que la comunicación sea fluida y cotidiana. Además, ampliamos nuestros conocimientos sobre tecnología al buscar y compartir cada recurso que encontramos interesante para las clases con nuestros compañeros y compañeras. Cuántas veces, en la escuela presencial, compartimos los mismos pasillos y estamos a un salón de distancia con otros/as docentes, pero no conocemos el trabajo de nuestros/as pares.

Por último, me parece que es necesario impulsar la investigación en docencia, desde y para los mismos docentes en ejercicio. Agregaría la tarea de investigar a nuestras prácticas docentes. Como investigadores, los y las docentes podríamos ampliar y enriquecer nuestra formación. Podríamos potenciar la capacidad de generar conocimiento desde la acción en el aula, en lugar de esperar y reproducir técnicas y propuestas que otros y otras profesionales pensaron desde sus escritorios.

Me gustaría impulsar una escuela en la que todos los actores podamos aprender a pensar juntos y colectivamente.

Lucía Sobrino Sarriés, Profesora en Educación Primaria

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