LA DIMENSIÓN EDUCATIVA DE LA BRECHA DIGITAL

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La brecha digital es una de las más frecuentes problemáticas que suelen mencionarse cuando se diagnostican los problemas educativos en torno a las tecnologías digitales. Es cierto que se trata de un asunto urgente y que no es posible imaginar un futuro con oportunidades igualmente repartidas sin resolver ese flagelo. La pandemia ha demostrado, de forma categórica, cuán profundas pueden ser las consecuencias de las desigualdades de acceso. 

Sin embargo, es necesario profundizar los alcances del concepto para no limitarnos a considerar que la puesta en funcionamiento de equipos y programas en las escuelas, en las casas y en cada barrio resolvería de una vez la cuestión. Porque si bien es cierto que cubriría una falencia, pondría en evidencia otra, acaso igual de compleja: la utilización crítica y creativa de los recursos digitales para fortalecer el aprendizaje, empoderar a los alumnos y desarrollar el trabajo colaborativo.  Y para afrontar el desafío no bastan los equipos: hay que fortalecer la formación docente, insistir en la centralidad de los contenidos y del modelo pedagógico frente a la avasallante condición de las tecnologías y por último, pero no menos importante: involucrar a los estudiantes. 

Hay una tendencia muy notable acerca de la única solución que parecen haber hallado para abordarlo: capacitar en TIC a los docentes. Y a pesar de las buenas intenciones que esta medida pueda albergar, acarrea un equívoco que se viene repitiendo hace dos décadas. La centralidad de los cursos está dado por la dimensión práctica de los recursos, poniendo de manifiesto que de eso se trata su inclusión en la educación. Si sabemos manipularlas, podremos enseñar mejor y lograr todos los objetivos que anhelamos. Y así se malogra la ocasión de brindar espacios de reflexión para advertir cuándo, cómo y por qué conviene utilizarlas (poniendo énfasis también en los momentos que resulta menos aconsejable) y también – acaso como un derivado de otro mal entendido, me refiero al cuasi concepto los “nativos digitales” – se soslaya la ocasión de reconocer de qué forma se relacionan los estudiantes y qué necesitan saber antes de aprender con ellas en las aulas. 

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Hay dos nociones, forjadas desde el sentido común,  que ayudan a engrosar la brecha digital: reducir a la materialidad técnica las potencialidades de la tecnología educativa  y convertir a los estudiantes en expertos sólo por el número de documento que poseen.

Ni el más sofisticado material  ha logrado resumir y acaparar sobre sí  todo el proceso de enseñanza y aprendizaje. Sólo en el diálogo auténtico entre docentes, contenidos y estudiantes puede emerger un sentido alternativo, una sustentación comprensiva, una interrogación original que favorezca el aprovechamiento del conocimiento procedimental sobre equipos y aplicaciones que sean la base sobre la cual erigir un saber situado, crítico,  con atributos colectivos y emancipatorios.

Luis Sujatovich, Prof. y Dr. en Comunicación Social

Imagen: www.argentina.gob.ar

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