La educación formal en modo multiplataforma – Luis Sujatovich

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Si la educación contemporánea se pudiese ajustar a las preferencias de cada sujeto, como sucede con los consumos culturales, ¿alguien optaría por el formato escolar tradicional?
Imaginemos que dispusiéramos de todos los contenidos en diferentes formatos y lenguajes, y
que dispusiéramos de una clave individual que nos habilitaría a plataformas con videos,
podcast, imágenes, memes y todo tipo de presentaciones multimediales que abordarían de
forma detallada, dinámica y ajustada a las necesidades de cada persona respetando los
lineamientos de cada nivel.
Es cierto que, de forma desorganizada, ya estamos en condiciones de acceder a cada tema que
conforman los currículums. Sin embargo, no están ordenados según un criterio que les otorgue
sentido (un video sobre el ciclo del agua puede hallarse junto al resumen del partido de
básquet de la semana pasada) y además carecen de legitimidad. Ninguna información padece
más desconfianza por su origen que aquella que hallamos en Internet. La desconfianza parece
una estrategia razonable, pero cuando se vuelve el único modo de vincularse con los nuevos
lenguajes, es momento de asumir que necesitamos reformular nuestras certezas respecto a los
criterios de evaluación de recursos. Hay libros que también incurren en engaños.
Las posibilidades de un acceso a la educación formal multiplataforma son, en términos
tecnológicos, por demás evidentes: ni siquiera habría que instruir a la mayoría de las y los
estudiantes acerca de su funcionamiento, condiciones de acceso y formas de vinculación
permitidas. Nadie perdería el tiempo explicando como ingresar en YouTube, Tik Tok o Netflix.
Bastaría con un celular para garantizar el acceso. Seguro que la referencia a la pandemia
aparece rápidamente y nos conmina a sostener la escuela en su forma más física e
institucionalizada posible, pero es preciso señalar que la excepcionalidad de aquella situación
no debería hacernos confundir: no se trata de recluir a nadie en su hogar para que acceda al
mundo exterior por una pantalla como único recurso posible, sino de articular los hábitos de
las nuevas generaciones con las potencialidades de la comunicación digital. De las últimas diez
películas que hemos visto, ¿cuántas fueron en el cine? Pocas, ¿no es cierto? El desplazamiento
para acceder a un contenido, cada vez con más fuerza, una opción. El cine, el teatro, la música,
ya han aceptado que no se trata de una circunstancia ligada al encierro, sino una decisión
sostenida por la sociedad. ¿Cuánto tardará la escuela en aceptarla?
Una de las alternativas que podría considerarse sitúa a las instituciones educativas como
centros de acreditación de saberes, como ocurre con el curso nacional de educación vial que
puede realizarse en línea y que habilita para rendir el examen teórico en cualquier
dependencia de tránsito municipal del país. No deja de resultar extraordinario que la
innovación surja desde el Estado, y para abordar un asunto tan relevante.
Escindir los procesos de enseñanza y aprendizaje de las formas en que se desarrolla la cultura
fuera del aula, constituye una obstinación apenas sirve para sostener las formas
institucionalizadas en las que cabemos con comodidad. Nuestros intentos de preservación
mucho se asemejan al egoísmo.

Luis Sujatovich, Prof. y Dr. en Comunicación Social

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